Dr. Raúl Alvarez Tostado y Alvarez Tostado

(Ciudad de México 11 de Agosto de 1942- 29 de Mayo de 2020)

Raúl Alvarez Tostado y Alvarez Tostado

(Ciudad de México 11 de Agosto de 1942- 29 de Mayo de 2020)

Vida familiar

Nació en la casa familiar y lo recibió su padre. Era el tercero de ocho hermanos de la familia que formaron la Química Farmacobióloga, Josefina Alvarez Tostado Ruiz y el Médico Cirujano Gastroenterólogo, Ezequiel Alvarez Tostado y Nuño. Hijo de científicos ávidos de conocimiento y comprometidos con la sociedad y con sus prójimos.

Su hermana, Elizabeth, sintetiza la cultura familiar en un mensaje cargado de significados que calaron hondo en la personalidad del futuro médico:

“Ser para los demás, con un espíritu  de  servicio, humildad  y  discreción.“

Curioso, inquisitivo y observador desde pequeño, el Dr. Alvarez Tostado se dedicaría al estudio y a la práctica de la medicina con devoción y pasión.*

En 1960 tomó una de las dos decisiones más importantes de su vida -estudiar medicina- y la segunda después de recibirse en 1967 el contraer matrimonio con quién sería su pareja, cómplice y complemento durante el resto de su vida, Celia Ugarte Gomez-Harper. Su matrimonio fue sólido, compenetrado y feliz. Tuvieron seis hijos: Laura, Raúl, Javier, Alejandra, Andrea y Diego. Entre todos conformaron un clan familiar basado en la unión y la armonía pero también cimentado en principios y valores éticos orientados al respeto, la disciplina y la fraternidad solidaria.

La relación con su esposa se basó en el respeto y la confianza. Fueron una verdadera pareja: crecieron, se amaron y se cuidaron hasta el final. De esta manera, entre los dos lograron un hogar lleno de amor, seguridad y tranquilidad. Su ejemplo de tenacidad, honestidad, humildad y rectitud permeó en la personalidad de sus hijos y quedó en la memoria para sus nietos.

Solía decir que una persona integral pendía de principio de unidad: “las cosas están bien cuando marchan juntas, no aisladamente”. Bajo esta idea compenetró su vida profesional con su vida personal. Plenitud en ambas y armonía en su persona fueron las claves de una vida íntegra y feliz.

Así como formaba equipos en el ámbito laboral -fue un líder discreto pero eficaz-, también lo logró en su ámbito familiar, ya que consideraba a su familia como  “Su Gran Equipo“.

La mayor parte de su vida transcurrió en la Ciudad de México en dónde ejerció la profesión médica en estrecha alianza y complicidad con su hermano, Roberto, su mancuerna perfecta.



Educación

Estudió con los jesuitas en el Instituto Patria de la Ciudad de México. La educación que le brindaron reforzó desde pequeño su espíritu de servicio y de entrega. Los valores y principios que le inculcaron en la escuela coincidían con los de su familia.

Esos mismos valores, más el ejemplo de sus padres y de su hermano mayor, Fernando, lo orientaron a estudiar la carrera de Medicina. Ello con plena conciencia del sacrificio, dedicación y tenacidad que esto implicaba. De esta manera se sumaría a la estirpe de médicos familiares que influiría en la vocación también de su hermano menor, Roberto, con quien formó un equipo de confianza y complicidad fraternales y profesionales a lo largo de sus vidas. Más tarde a dicha estirpe se uniría su hijo Javier–Médico Cirujano Vascular.

Cursó su carrera en la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus estudios, primero, y el ejercicio profesional, después, se convirtieron en una pasión grávida de retos y metas que fueron forjando su misión y su vocación a lo largo del tiempo. Un compañero y gran amigo de sus años universitarios, el Dr. Eduardo Larrea recuerda que:

“… en el tercer año de la carrera, él nos invitó con un compañero de su hermano Fernando, al Centro Medico Nacional a la Unidad de Patología para aprender a hacer autopsia bajo la dirección del Dr. Manuel González Diddí, y después el Dr. Guillermo Rubio en el Hospital de Ginecobstetricia. Era un trabajo muy fuerte y muy difícil y ya desde ahí manifestó su inclinación por la Cirugía y el buen comportamiento médico(…) vivimos grandes y muy emocionantes experiencias.”

Saliendo de los esquemas habituales de los estudiantes de esa época, decidió cursar su último año de la carrera -el año de internos- en el extranjero. Movido por su espíritu de ir siempre más allá y romper paradigmas, fue aceptado en el Doctors Hospital en Toronto Ontario. Desde entonces la internacionalización fue un objetivo que persiguió y logró a lo largo de su vida profesional. Desde esa perspectiva, fue un médico universal: abierto e interesado en lo que sucedía en el mundo y comprometido con aprender y traer las mejores prácticas y conocimientos a México.

A su regreso concluyó su servicio social, terminó la carrera de Medicina y decidió volverse cirujano. Se trató de una elección difícil pero acertada, dura disciplina en la que se desarrolló con tenacidad y maestría. Con el título en mano volvió a mirar allende las fronteras y, junto con su amigo y colega Carlos Carballar, inició la preparación para el Consejo Educacional para Médicos Extranjeros Graduados (ECFMG) y logró ser aceptado en el Grace Hospital de Detroit, Mich., EE.UU.

Durante los siguientes 7 años y medio en los Estados Unidos se entrenó en Cirugía General y posteriormente en Cirugía Cardiotorácica y Vascular Periférica, en los Hospitales de la Universidad de Wayne (DGH, GH, CHM), Michigan, la Chicago Medical School (Cook County, Mount SinaiMed. Center, CH Memorial), completando su entrenamiento formal en los Estados Unidos.

Durante esa experiencia tuvo la gran oportunidad de formar parte activa del programa de investigación clínica en el tratamiento de Bloqueos de Conducción Cardiaca y en la formación de la Clínica de Marcapasos: Atómico de demanda (onda R inhibida, ancho de pulso), de pulso fijo y otros de tipo experimental, de los cuales el Dr. Baffes y su equipo fueron pioneros en el Edo. de Illinois, EUA. También tuvo el honor de asistir al Dr. Baffes como primer ayudante en la inserción del primer marcapasos atómico en dicho Estado.

Después de su entrenamiento en los Estados Unidos, la pareja ya con 4 hijos decide regresar a la Ciudad de México con el objetivo de criar a su familia en un entorno familiar y con el compromiso de retribuir a México, con su trabajo y esfuerzo, la educación adquirida en forma gratuita en la Universidad Nacional Autónoma de México.



Carrera profesional

El regreso a México, después de sus estudios en los EE.UU., no fue fácil porque en su país no se contaba con la misma infraestructura y recursos que en los hospitales norteamericanos. Sin embargo, se abrió paso con decisión y perseverancia en el sector público de salud que contaba con poco apoyo y un limitado presupuesto, tanto para la práctica cotidiana, como para la investigación.

El esfuerzo redituó, logrando fundar el Servicio de Cirugía Cardiovascular en el Hospital General del ISSSTE 1° de Octubre en 1971, siendo el responsable del servicio. En el mismo Hospital estableció un laboratorio de cirugía experimental. Posteriormente, se convirtió en Jefe del Servicio de Cirugía Cardiovascular.

Como recuerda el Dr. Carlos Carballar:

“Se convirtió en adscrito de cirugía en el Hospital Regional 1° de Octubre también del I.S.S.S.T.E. donde se volvió un verdadero gurú de la cirugía pues aunque su puesto estaba en Cirugía Cardiovascular, en muchas ocasiones sacó de problemas a muchos cirujanos de otras especialidades, siempre estaba dispuesto a ayudar a quien lo necesitaba.”

Desde esos años, a la par de su trabajo en el servicio público, ejerció la práctica privada en el Hospital Humana junto con su hermano y socio Roberto, también ya cirujano de muchos años. En ese contexto formó parte del grupo de arranque de Cirugía Cardiaca, realizando la primera operación de cirugía a corazón abierto junto con el Dr. Flamman y un gran equipo de profesionistas de la medicina.

El Dr. Flamman lo recuerda de la siguiente manera:

“Hicimos una gran amistad porque ambos nos respetábamos y nos necesitábamos, él era una persona muy especial, fino decente y muy educado. No se quejaba de nada, era muy discreto, hacia su trabajo y no andaba buscando culpables cuando las cosas no nos salían bien. Era puntual, disciplinado y muy humilde nunca presumía de lo que no sabía hacer”

El Dr. Alvarez Tostado también fue miembro fundador del Servicio de Cirugía Torácica y Cardiovascular y tuvo a su cargo la Coordinación de Cirugía Torácica, Cardiaca y Vascular del Hospital Humana.

Más tarde el Hospital Humana se convertiría en el Hospital Ángeles del Pedregal de la Ciudad de México del que fue coordinador de Cirugía Torácica y Cardiovascular hasta 1994. En esos años tuvo la oportunidad de incorporar en su programa a decenas de residentes del Programa de Cirugía General. Su práctica clínica incluía cirugía cardiaca, torácica, vascular, así como cirugía de mínima invasión. En este último campo fue uno de los pioneros en la realización de procedimientos cardiacos de mínima invasión como el cierre toracoscópico del conducto arterioso, así como procedimientos torácicos como la resección toracoscópica del nódulo pulmonar solitario y la simpatectomía toracoscópica.

Participó en la enseñanza y difusión de la Cirugía Cardiotorácica y fue autor de múltiples artículos y capítulos de libros. Durante un buen número de años formó parte del Comité Editorial de la Revista Mexicana de Cirugía Endoscópica.

Su labor docente fue parte crucial de su vida personal y profesional. Participó en la formación de un gran número de médicos y cirujanos. Hombre sencillo y tenaz, trató siempre de sembrar el deseo de excelencia en la práctica médica. Es recordado como un profesor serio, duro y exigente que buscaba transmitir conocimientos, pero también la vocación y el amor por la medicina. Impartió clases de pregrado y posgrado en la UNAM, en el IPN y en la Universidad la Salle.

Fue miembro activo de muchas sociedades médicas, entre ellas el American College of Surgeons, la Asociación Mexicana de Cirugía General, la Asociación Mexicana de Cirugía Cardiaca, la Asociación Mexicana de Angiología y la Sociedad Mexicana de Cardiología, entre otras.

Siempre dispuesto, siempre cerca, siempre buscando la excelencia en el servicio a los demás. Respetado por la comunidad médica y un pilar de la Cirugía Cardiaca en México. Tuvo el privilegio de presidir la Sociedad de Cirugía Cardiaca (SMCC), con gran entrega. En un esfuerzo conjunto con el Consejo Directivo, más la confianza y el apoyo de las Casas Comerciales y la ayuda de su familia fue posible reactivar a dicha Sociedad y elevar de manera notable su nivel.

En este mismo periodo, dedicándose con empeño siempre al crecimiento de su disciplina en México, el Dr. Alvarez Tostado inició la gestión para la formación del Colegio Mexicano de Cirugía Cardiovascular y Torácica. La cual fue culminada por el Dr. Ovidio García y se materializó en el reconocimiento por parte de la Dirección General de Profesiones de la Secretaría de Educación Pública con lo que la especialidad logró consolidarse.

En sus últimos años de vida tuvo la oportunidad y la satisfacción de recibir el título de miembro Fundador y miembro Asociado del Colegio Mexicano de Cirugía Cardiovascular y Torácica, A.C.



Vocación y perfil personal

El Dr. Fernando Ramírez lo recuerda así durante el ejercicio de su profesión médica:

“El Dr. Álvarez Tostado: nos demostraba ejemplarmente que no importaba el tiempo empleado para que la cirugía fuera bien realizada, no conocía las palabras: ‘cansado’, ‘no se puede’, ‘es demasiado trabajo’; su entrega en cada cirugía era total e ilimitada. Aprendías a dominar tus sentidos y ‘necesidades estorbosas’. Y con un fino sentido del humor, al final te llenaba la sensación de plenitud y satisfacción del bien cumplido, (operó decenas de pacientes con hipertensión portal, aneurismas aórticos, patología valvular e isquémica, entre muchas otras que forman una lista interminable).Un cirujano muy completo, una guía para muchos que tuvimos la oportunidad de aprenderle y qué decir de tantos cientos de pacientes beneficiados, sus conocimientos siempre profundos y bien cimentados, su humildad siempre basada en su grandeza, su comportamiento siempre basado en el respeto, su sentido del humor basado en la alegría y su sincero afecto por los demás permanente. Siempre nos sentiremos privilegiados de haberle conocido tanto en su práctica profesional como en su vida personal.”

Fue un hombre sencillo y trabajador. Los títulos y reconocimientos que obtuvo fueron merecidos y los recibió con humildad. Para él era un deber mantenerse actualizado y, por lo mismo, siguió estudiando toda su vida. Su vocación médica fue complementada con conocimiento que llevó a la práctica pero, sobre todo, con una vocación sincera y una ética de la responsabilidad inmaculada. Sabía que de su quehacer profesional podía depender la vida de sus pacientes y por eso los miraba –con rigor kantiano- como fines en sí mismos y nunca como medios.

Nunca dejó de ser idealista ni dudó de su vocación y la ejerció con pasión. Hizo de la Medicina su Vida y su Vida fue la Medicina. Lo único que le faltó fue más tiempo para estudiar, investigar y aprovechar las nuevas tecnologías que en los últimos años se han desarrollado y las cuales examinaba con curiosidad y profundo interés.

Quienes lo conocieron recuerdan a un hombre de una sola pieza, de gesto adusto, un poco áspero y de pocas palabras; sólo “las justas”, como solía decir. De sonrisa radiante y humor fino era un hombre de sentimientos sinceros y generosos pero exigentes. Fue así cómo tocó muchos corazones, no sólo en un sentido físico sino a nivel muy profundo, y en cada uno de esos corazones dejó una parte del suyo.



.

*Anécdotas y particularidades
Su mamá contaba que desde bebé demostró tener una enorme curiosidad, mezclada con un espíritu explorador y un gran poder observador. Antes de aprender a caminar ya sabía escapar de su carro-cuna, donde tomaba la siesta. Saltando con precaución el barandal y paradito en un rayo de la gran rueda al que daba el giro con suavidad, lograba bajar en elevador hasta el suelo; luego, gateando, cerraba todas las puertas de la pieza y se sentaba ante al reloj del pasillo para observar el “tín-tán” y su mecanismo y, de paso, admirar el vitral del tragaluz del techo. 

Zurdo de nacimiento, ambidiestro por formación, con perseverancia desarrolló muy asertivamente su habilidad manual ya que hacia prácticamente cualquier cosa o utilizaba cualquier instrumento con ambas manos, habilidad que a lo largo de los años se convertiría en clave para su profesión. 

Su entrega en cualquier actividad que se involucraba estaba marcada por la pasión, la dedicación y la tenacidad, un ejemplo de ello fue su participación en los deportes. Notable jugador de basquetbol en donde aprendió a trabajar en equipo y a liderar. También practicó la natación, gracias a ella aprendió a ser constante, a superarse así mismo y a manejar la presión. Como nadador -actividad que practicó toda su vida- tuvo un destacado desempeño y fue pre-seleccionado en los juegos panamericanos.

Vida familiar

Nació en la casa familiar y lo recibió su padre. Era el tercero de ocho hermanos de la familia que formaron la Química Farmacobióloga, Josefina Alvarez Tostado Ruiz y el Médico Cirujano Gastroenterólogo, Ezequiel Alvarez Tostado y Nuño. Hijo de científicos ávidos de conocimiento y comprometidos con la sociedad y con sus prójimos.

Su hermana, Elizabeth, sintetiza la cultura familiar en un mensaje cargado de significados que calaron hondo en la personalidad del futuro médico:

“Ser para los demás, con un espíritu  de  servicio, humildad  y  discreción.“

Curioso, inquisitivo y observador desde pequeño, el Dr. Alvarez Tostado se dedicaría al estudio y a la práctica de la medicina con devoción y pasión.*

En 1960 tomó una de las dos decisiones más importantes de su vida -estudiar medicina- y la segunda después de recibirse en 1967 el contraer matrimonio con quién sería su pareja, cómplice y complemento durante el resto de su vida, Celia Ugarte Gomez-Harper. Su matrimonio fue sólido, compenetrado y feliz. Tuvieron seis hijos: Laura, Raúl, Javier, Alejandra, Andrea y Diego. Entre todos conformaron un clan familiar basado en la unión y la armonía pero también cimentado en principios y valores éticos orientados al respeto, la disciplina y la fraternidad solidaria.

La relación con su esposa se basó en el respeto y la confianza. Fueron una verdadera pareja: crecieron, se amaron y se cuidaron hasta el final. De esta manera, entre los dos lograron un hogar lleno de amor, seguridad y tranquilidad. Su ejemplo de tenacidad, honestidad, humildad y rectitud permeó en la personalidad de sus hijos y quedó en la memoria para sus nietos.

Solía decir que una persona integral pendía de principio de unidad: “las cosas están bien cuando marchan juntas, no aisladamente”. Bajo esta idea compenetró su vida profesional con su vida personal. Plenitud en ambas y armonía en su persona fueron las claves de una vida íntegra y feliz.

Así como formaba equipos en el ámbito laboral -fue un líder discreto pero eficaz-, también lo logró en su ámbito familiar, ya que consideraba a su familia como  “Su Gran Equipo“.

La mayor parte de su vida transcurrió en la Ciudad de México en dónde ejerció la profesión médica en estrecha alianza y complicidad con su hermano, Roberto, su mancuerna perfecta.



Educación

Estudió con los jesuitas en el Instituto Patria de la Ciudad de México. La educación que le brindaron reforzó desde pequeño su espíritu de servicio y de entrega. Los valores y principios que le inculcaron en la escuela coincidían con los de su familia.

Esos mismos valores, más el ejemplo de sus padres y de su hermano mayor, Fernando, lo orientaron a estudiar la carrera de Medicina. Ello con plena conciencia del sacrificio, dedicación y tenacidad que esto implicaba. De esta manera se sumaría a la estirpe de médicos familiares que influiría en la vocación también de su hermano menor, Roberto, con quien formó un equipo de confianza y complicidad fraternales y profesionales a lo largo de sus vidas. Más tarde a dicha estirpe se uniría su hijo Javier–Médico Cirujano Vascular.

Cursó su carrera en la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus estudios, primero, y el ejercicio profesional, después, se convirtieron en una pasión grávida de retos y metas que fueron forjando su misión y su vocación a lo largo del tiempo. Un compañero y gran amigo de sus años universitarios, el Dr. Eduardo Larrea recuerda que:

“… en el tercer año de la carrera, él nos invitó con un compañero de su hermano Fernando, al Centro Medico Nacional a la Unidad de Patología para aprender a hacer autopsia bajo la dirección del Dr. Manuel González Diddí, y después el Dr. Guillermo Rubio en el Hospital de Ginecobstetricia. Era un trabajo muy fuerte y muy difícil y ya desde ahí manifestó su inclinación por la Cirugía y el buen comportamiento médico(…) vivimos grandes y muy emocionantes experiencias.”

Saliendo de los esquemas habituales de los estudiantes de esa época, decidió cursar su último año de la carrera -el año de internos- en el extranjero. Movido por su espíritu de ir siempre más allá y romper paradigmas, fue aceptado en el Doctors Hospital en Toronto Ontario. Desde entonces la internacionalización fue un objetivo que persiguió y logró a lo largo de su vida profesional. Desde esa perspectiva, fue un médico universal: abierto e interesado en lo que sucedía en el mundo y comprometido con aprender y traer las mejores prácticas y conocimientos a México.

A su regreso concluyó su servicio social, terminó la carrera de Medicina y decidió volverse cirujano. Se trató de una elección difícil pero acertada, dura disciplina en la que se desarrolló con tenacidad y maestría. Con el título en mano volvió a mirar allende las fronteras y, junto con su amigo y colega Carlos Carballar, inició la preparación para el Consejo Educacional para Médicos Extranjeros Graduados (ECFMG) y logró ser aceptado en el Grace Hospital de Detroit, Mich., EE.UU.

Durante los siguientes 7 años y medio en los Estados Unidos se entrenó en Cirugía General y posteriormente en Cirugía Cardiotorácica y Vascular Periférica, en los Hospitales de la Universidad de Wayne (DGH, GH, CHM), Michigan, la Chicago Medical School (Cook County, Mount SinaiMed. Center, CH Memorial), completando su entrenamiento formal en los Estados Unidos.

Durante esa experiencia tuvo la gran oportunidad de formar parte activa del programa de investigación clínica en el tratamiento de Bloqueos de Conducción Cardiaca y en la formación de la Clínica de Marcapasos: Atómico de demanda (onda R inhibida, ancho de pulso), de pulso fijo y otros de tipo experimental, de los cuales el Dr. Baffes y su equipo fueron pioneros en el Edo. de Illinois, EUA. También tuvo el honor de asistir al Dr. Baffes como primer ayudante en la inserción del primer marcapasos atómico en dicho Estado.

Después de su entrenamiento en los Estados Unidos, la pareja ya con 4 hijos decide regresar a la Ciudad de México con el objetivo de criar a su familia en un entorno familiar y con el compromiso de retribuir a México, con su trabajo y esfuerzo, la educación adquirida en forma gratuita en la Universidad Nacional Autónoma de México.



Carrera profesional

El regreso a México, después de sus estudios en los EE.UU., no fue fácil porque en su país no se contaba con la misma infraestructura y recursos que en los hospitales norteamericanos. Sin embargo, se abrió paso con decisión y perseverancia en el sector público de salud que contaba con poco apoyo y un limitado presupuesto, tanto para la práctica cotidiana, como para la investigación.

El esfuerzo redituó, logrando fundar el servicio de Cirugía Cardiovascular en el Hospital General del ISSSTE 1° de Octubre en 1971, siendo el responsable del servicio. En el mismo Hospital estableció un laboratorio de cirugía experimental. Posteriormente, se convirtió en Jefe del Servicio de Cirugía Cardiovascular.

Como recuerda el Dr. Carlos Carballar:

“Se convirtió en adscrito de cirugía en el Hospital Regional 1° de Octubre también del I.S.S.S.T.E. donde se volvió un verdadero gurú de la cirugía pues aunque su puesto estaba en Cirugía Cardiovascular, en muchas ocasiones sacó de problemas a muchos cirujanos de otras especialidades, siempre estaba dispuesto a ayudar a quien lo necesitaba.”

Desde esos años, a la par de su trabajo en el servicio público, ejerció la práctica privada en el Hospital Humana junto con su hermano y socio Roberto, también ya cirujano de muchos años. En ese contexto formó parte del grupo de arranque de Cirugía Cardiaca, realizando la primera operación de cirugía a corazón abierto junto con el Dr. Flamman y un gran equipo de profesionistas de la medicina.

El Dr. Flamman lo recuerda de la siguiente manera:

“Hicimos una gran amistad porque ambos nos respetábamos y nos necesitábamos, él era una persona muy especial, fino decente y muy educado. No se quejaba de nada, era muy discreto, hacia su trabajo y no andaba buscando culpables cuando las cosas no nos salían bien. Era puntual, disciplinado y muy humilde nunca presumía de lo que no sabía hacer”

El Dr. Alvarez Tostado también fue miembro fundador del Servicio de Cirugía Torácica y Cardiovascular y tuvo a su cargo la Coordinación de Cirugía Torácica, Cardiaca y Vascular del Hospital Humana.

Más tarde el Hospital Humana se convertiría en el Hospital Ángeles del Pedregal de la Ciudad de México del que fue coordinador de Cirugía Torácica y Cardiovascular hasta 1994. En esos años tuvo la oportunidad de incorporar en su programa a decenas de residentes del Programa de Cirugía General. Su práctica clínica incluía cirugía cardiaca, torácica, vascular, así como cirugía de mínima invasión. En este último campo fue uno de los pioneros en la realización de procedimientos cardiacos de mínima invasión como el cierre toracoscópico del conducto arterioso, así como procedimientos torácicos como la resección toracoscópica del nódulo pulmonar solitario y la simpatectomía toracoscópica.

Participó en la enseñanza y difusión de la Cirugía Cardiotorácica y fue autor de múltiples artículos y capítulos de libros. Durante un buen número de años formó parte del Comité Editorial de la Revista Mexicana de Cirugía Endoscópica.

Su labor docente fue parte crucial de su vida personal y profesional. Participó en la formación de un gran número de médicos y cirujanos. Hombre sencillo y tenaz, trató siempre de sembrar el deseo de excelencia en la práctica médica. Es recordado como un profesor serio, duro y exigente que buscaba transmitir conocimientos, pero también la vocación y el amor por la medicina. Impartió clases de pregrado y posgrado en la UNAM, en el IPN y en la Universidad la Salle.

Fue miembro activo de muchas sociedades médicas, entre ellas el American College of Surgeons, la Asociación Mexicana de Cirugía General, la Asociación Mexicana de Cirugía Cardiaca, la Asociación Mexicana de Angiología y la Sociedad Mexicana de Cardiología, entre otras.

Siempre dispuesto, siempre cerca, siempre buscando la excelencia en el servicio a los demás. Respetado por la comunidad médica y un pilar de la Cirugía Cardiaca en México. Tuvo el privilegio de presidir la Sociedad de Cirugía Cardiaca (SMCC), con gran entrega. En un esfuerzo conjunto con el Consejo Directivo, más la confianza y el apoyo de las Casas Comerciales y la ayuda de su familia fue posible reactivar a dicha Sociedad y elevar de manera notable su nivel.

En este mismo periodo, dedicándose con empeño siempre al crecimiento de su disciplina en México, el Dr. Alvarez Tostado inició la gestión para la formación del Colegio Mexicano de Cirugía Cardiovascular y Torácica. La cual fue culminada por el Dr. Ovidio García y se materializó en el reconocimiento por parte de la Dirección General de Profesiones de la Secretaría de Educación Pública con lo que la especialidad logró consolidarse.

En sus últimos años de vida tuvo la oportunidad y la satisfacción de recibir el título de miembro Fundador y miembro Asociado del Colegio Mexicano de Cirugía Cardiovascular y Torácica, A.C.



Vocación y perfil personal

El Dr. Fernando Ramírez lo recuerda así durante el ejercicio de su profesión médica:

“El Dr. Álvarez Tostado: nos demostraba ejemplarmente que no importaba el tiempo empleado para que la cirugía fuera bien realizada, no conocía las palabras: ‘cansado’, ‘no se puede’, ‘es demasiado trabajo’; su entrega en cada cirugía era total e ilimitada. Aprendías a dominar tus sentidos y ‘necesidades estorbosas’. Y con un fino sentido del humor, al final te llenaba la sensación de plenitud y satisfacción del bien cumplido, (operó decenas de pacientes con hipertensión portal, aneurismas aórticos, patología valvular e isquémica, entre muchas otras que forman una lista interminable).Un cirujano muy completo, una guía para muchos que tuvimos la oportunidad de aprenderle y qué decir de tantos cientos de pacientes beneficiados, sus conocimientos siempre profundos y bien cimentados, su humildad siempre basada en su grandeza, su comportamiento siempre basado en el respeto, su sentido del humor basado en la alegría y su sincero afecto por los demás permanente. Siempre nos sentiremos privilegiados de haberle conocido tanto en su práctica profesional como en su vida personal.”

Fue un hombre sencillo y trabajador. Los títulos y reconocimientos que obtuvo fueron merecidos y los recibió con humildad. Para él era un deber mantenerse actualizado y, por lo mismo, siguió estudiando toda su vida. Su vocación médica fue complementada con conocimiento que llevó a la práctica pero, sobre todo, con una vocación sincera y una ética de la responsabilidad inmaculada. Sabía que de su quehacer profesional podía depender la vida de sus pacientes y por eso los miraba –con rigor kantiano- como fines en sí mismos y nunca como medios.

Nunca dejó de ser idealista ni dudó de su vocación y la ejerció con pasión. Hizo de la Medicina su Vida y su Vida fue la Medicina. Lo único que le faltó fue más tiempo para estudiar, investigar y aprovechar las nuevas tecnologías que en los últimos años se han desarrollado y las cuales examinaba con curiosidad y profundo interés.

Quienes lo conocieron recuerdan a un hombre de una sola pieza, de gesto adusto, un poco áspero y de pocas palabras; sólo “las justas”, como solía decir. De sonrisa radiante y humor fino era un hombre de sentimientos sinceros y generosos pero exigentes. Fue así cómo tocó muchos corazones, no sólo en un sentido físico sino a nivel muy profundo, y en cada uno de esos corazones dejó una parte del suyo.



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*Anécdotas y particularidades

Su mamá contaba que desde bebé demostró tener una enorme curiosidad, mezclada con un espíritu explorador y un gran poder observador. Antes de aprender a caminar ya sabía escapar de su carro-cuna, donde tomaba la siesta. Saltando con precaución el barandal y paradito en un rayo de la gran rueda al que daba el giro con suavidad, lograba bajar en elevador hasta el suelo; luego, gateando, cerraba todas las puertas de la pieza y se sentaba ante al reloj del pasillo para observar el “tín-tán” y su mecanismo y, de paso, admirar el vitral del tragaluz del techo. 

Zurdo de nacimiento, ambidiestro por formación, con perseverancia desarrolló muy asertivamente su habilidad manual ya que hacia prácticamente cualquier cosa o utilizaba cualquier instrumento con ambas manos, habilidad que a lo largo de los años se convertiría en clave para su profesión. 

Su entrega en cualquier actividad que se involucraba estaba marcada por la pasión, la dedicación y la tenacidad, un ejemplo de ello fue su participación en los deportes. Notable jugador de basquetbol en donde aprendió a trabajar en equipo y a liderar. También practicó la natación, gracias a ella aprendió a ser constante, a superarse así mismo y a manejar la presión. Como nadador –actividad que practicó toda su vida- tuvo un destacado desempeño y fue pre-seleccionado en los juegos panamericanos.

Por Andrea Alvarez Tostado Ugarte | 12 de noviembre 2020 |